by Fernando Gª Reinaldos.
Las palabras de Luis, nuestro presentador, son como esas piruletas dulces de tamaños kilométricos que no le caben en la boca a ningún niño pero que llaman la atención de cuantos las ven. Esas de colorines que por más que las chupes, nunca sabes exactamente a qué saben. En un taller de teatro que hice hace unas semanas, teníamos deberes fijos: follar. En palabras de Luis, “habrá que hacer el amor”.
Y da comienzo el último Slam primaveral de este año. Aunque, como sabemos, las ideas de nuestros poetas florecen en cualquier época. Comenzamos esta noche de 25 de mayo con unos entrantes que este verano estarán en muchas de las terrazas de la costa: las gambas. Yanito y Biggi Rohm nos sirven “Las gambas murieron en vano” cocinadas con mucho amor, una pizca de interpretación y un acertado toque de humor. La voz espontánea de esta alemana juega divertida con la del espontáneo Yanito, de Gibraltar.
Toño Benavides recita “Poema Número 11”. En su poema tiembla todo, está loco y hasta tiene una bomba. En su poema, repito, que no en el escenario. Éste más bien se ha visto arrasado por un tsunami de monotonía acústica.
Moxe 13 recita “Bienvenidos” dedicado a la “mujer calculadora” que es el nombre con el que llama a Natalia, la chica que hace el recuento de las votaciones. Y con ese título tan oportuno, nos da la bienvenida a este mundo, del que todos venimos y en el que todos estamos.
Y si las gambas pueden ser el epicentro temático de una poesía fresca, divertida y ágil, las lavadoras no lo son menos. Tulia, la ganadora del Poetry Slam de Marzo, recita un poema titulado “Lavadoras” y obtiene una puntuación de 26 que la coloca de lleno en la final, para que le dé tiempo a centrifugar toda su poesía. No sé si será su puesta en escena, su nombre, su voz, su poesía, su forma, su color o su sabor, pero cada vez que se sube al escenario, me enamora.
Arantxa Oteo recita “Milagro, uno más” que comienza con una cita de César Vallejo que dice: “Confianza en la ventana, no en la puerta. En la madre, más no en los nueve meses. En el destino, no el lado de oro. Y en ti solo, en ti solo, en ti solo”. Y hasta aquí quiero leer.
Dyso juega con las palabras como nadie en esta noche. Yo prefiero no jugar con ellas para describir lo que hizo sobre el escenario. Aquí podéis escucharlo.
Y llega el esperado momento de Callum MacHardy, eliminado por exceder el tiempo límite en el anterior slam, que recita, con voz de ultratumba, dos poemas. Uno de ellos “about the story of a princess”. Una de las voces más penetrantes de la noche.
Pablo Cortina, perspicaz, sarcástico, directo, claro, serio, metafórico, concentrado y fiel creyente de las ideas que defiende, recita un poema con el que pretende echar silicona a las grietas de su conciencia y de las conciencias de cuantos loescuchamos. En las mías, lo ha conseguido.
El Cable Azul busca y rebusca en su baúl de los poemas muertos y nos trae un poema titulado “Elecciones”. Poema que se adhiere al contexto mediático actual cual garrapata que chupa las mentiras de todas esas, teóricamente, “mayorías absolutas”. Cuanto menos oportuno.
Y no tengo más que decir un nombre: Silvia Nieva. Silvia Nieva. ¿Debilidad? Sí, debilidad es lo que siento cada vez que la veo subirse al escenario, cada vez que su voz nos regala uno de sus poemas. A veces me da miedo. La veo tan capaz. Tan capaz. De tanto. Tantísimo. Recita “Lo correcto” y se coloca como finalista inigualable. Silvia es como una de esas muñecas rusas, que tiene mil capas. O, quizás, como una cebolla. Cada noche de slam, ella, sus ojos, hundidos profundamente en su blanca y tersa piel, y su voz, se suben al escenario del Café Libertad 8. Su poesía la desnuda y nos acerca un poco más a lo que es. Y es que, no tengo más que decir un nombre: Silvia Nieva.
Eduardo Gª Agustin se sube al escenario. Habla de idiomas, del danés, de la reciprocidad. ¿Sarcástico? ¿Humorístico? ¿Plurilingüe? No sabría muy bien cómo definirlo. Quizás la palabra sea entretenido. A mí, al menos, me lo ha parecido.
Las despedidas no tienen por qué ser tristes. Son un nadar en recuerdos. Un mirar hacia atrás y un caminar hacia delante. Son un decir "adiós" y un "hola" al mismo tiempo, aunque con caras distintas. Aaron Coleman se va. Es su última noche de Slam, al menos a corto plazo. Hay un proverbio indio que dice “There are no endings, just new beginnings”. Gracias Aaron, por cada momento de slam. Even if you don´t wanna go, ¡oh! ¡oh! ¡oh!
Unos vienen y otros van. Unos van y otros vienen. Decimos un adiós y tras él un hola. Y es que esta noche se sube por primera vez al escenario del Café Libertad 8 un jovenzuelo procedente de Jaén, estudiante de la capital, cuyas palabras dejarán huella en el slam. Álvaro Pelegrín. Recuerden su nombre. Aunque algunos ya lo conocen como “El amarillo” y es que ha elegido un polo tan amarillo como los limones de su poema. Ganas, ilusión y talento. En su primera noche de slam, recita “Meditaciones”. Bienvenido Álvaro.
Dani Orviz nos pide que toquemos lo que tengamos más cerca. Dani es un clasicote de nuestro slam. Hay poemas que necesitan ser escuchados.
Y ahora tenemos una novata que está “un poco nerviosa” porque es la primera vez que recita en público. Pilar o Nueva Generación recita “Te abrazo y ya te has ido”. Y es que si el público del slam es de lo más variopinto, no lo son menos nuestros poetas. Tengo curiosidad por saber de dónde viene el pseudónimo Nueva Generación. Ya nos lo contará, algún día. Poema de amor. En mi opinión, digamos que… ¿convencional? ¿Predecible? Quizás la palabra sea verde. Yo me entiendo.
Y llega el momento de la gran final: Silvia, Tulia y Aaron Colleman se vuelven a subir al escenario.
Ya sabemos cómo es el slam y el ganador solamente puede ser uno. Y es que, vuelvo a repetir, no tengo más que decir un nombre: Silvia Nieva. Ella, su poesía, su puesta en escena, su sabor y su color se alzan con la victoria. Silvia, esta noche, es una nueva muñeca rusa.
Gracias, por acercarnos a tu poesía, y a ti.
Gracias, por acercarnos a tu poesía, y a ti.
una gran noche, indeed!!
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