Una
de las definiciones que otorga la RAE al término “intruso” es la
siguiente:
adj.
Que se ha introducido sin derecho.
Pero
mientras entro a la oscura claridad de El
Intruso Bar
(c/Augusto Figueroa nº 3), nueva sede del Slam, pienso que la RAE,
en esta ocasión, se equivoca. El Poetry
Slam
no se introduce, pues ya hace mucho tiempo que vive, y nos hace
vivir, en el paisaje poético de esta ciudad. Y decir “sin derecho”
sería mentir, ya que la poesía es legítima en tanto en cuanto hace
más digno al que la escucha. En definitiva, miente la RAE como
miente el que piense que se puede ir a un Slam sin sorprenderse, sin
reír, sin disfrutar, sin sentir, sin estremecerse.
En
esta edición del Poetry
Slam,
después de la sesión anterior en la Universidad Autónoma de
Madrid, contamos con el regreso del presentador Luis
J. Lambas.
Para aquellos asistentes que aún visten el frío de la calle, Luis
es la candela que incendia a cualquiera: un speech
con mucho humor y dosis de poesía. El público, que llena El Intruso
Bar, ríe y aplaude. Se explican las normas del Slam: tres minutos
por poeta, el turno de intervención elegido al azar por una mano
inocente, y la puntuación la otorga el público escribiendo su
valoración, del 1 al 10, en las pizarras repartidas a golpe de
pelota. Empieza el espectáculo. Ya llega el baile de poetas y
versos.
El
venezolano Carmelo
Latassa
es el primero en recitar. Su poema “Deriva hacia otros aciertos”
le otorga 18 puntos. Cinco puntos más, 23 en total, se lleva la
poetisa que le sigue, Susana
Ruiz,
que al subir duda si usar micrófono o recitar a plena voz, con su
poema “Mi querencia es el espacio que dejo para guardar tu recuerdo
en mi maleta”.
Con
versos como “se
me caen las primaveras de los poemas”
o “a
veces eres tan invierno que no se volverme sol”.
La Chica
Metáfora,
siguiente en recitar, demuestra que su nombre de guerra es el vestido
que mejor le sienta y que su poesía es pura seda. Son 24 puntos los
que recibe por su arte.
Turno
para Nines
La Perra
que aparece en escena cantando cual Lina Morgan. Nines nos habla, en
verso, de sus malas costumbres. Recita “tengo
la mala costumbre de tener mala costumbre”.
Se traba al tercer verso, el Slam es grande y se nota en los nervios
de los poetas, pero la protagonista continúa su poema. Más versos,
más Nines, “tengo
la mala costumbre de ser esclava de mis malas costumbres”,
más La Perra, más pizarras arriba al finalizar los ripios: 16
puntos para Nines
La Perra.
Llega
el quinto poeta del Poetry
Slam:
Félix
Denuit.
Luis, nuestro presentador, dice que Félix ha venido desde Cataluña;
y no sé si el viaje le ha inspirado o no, pero lo que si sé es que
su “Oda a los alimentos” es de las mejores intervenciones que se
han podido ver en los últimos meses del Slam. Gran humor y
creatividad en un poema que se subdivide en “Oda a las hortalizas”,
“Oda a los frutos del mar”, “Oda a la carne” y “Oda a los
postres” (ésta, oda en tres partes: Fruta, Dulces, Frutos secos).
Félix
Denuit
sorprende y divierte en Madrid. Son 25 puntos bien merecidos para
este cocinero de la poesía.
De
presentador a presentador, y de presentador a poeta: Luis
J. Lambas
llama a subir al escenario a Julio
Qué Más Dá,
que fue presentador del Poetry
Slam
de enero que tuvo lugar en la UAM. Julio, místico e intimista, nos
cuenta el
misterio de la poesía
a golpe de ripio. Vientos de otros tiempos en el poema de Julio, que
cual orador de romance, lee su poema de un papel que se va
desdoblando para, al finalizar, mostrarnos escrita la palabra POESÍA.
Magia. Julio. 24 puntos. Qué más dá.
Llega
el séptimo poeta. Sube al ring (…virtual, que es el escenario) el
boxeador, campeón de campeones, Pablo
Cortina.
Su poema “Esclavos” golpea con guantes de belleza en el punching
de los oídos del público. Gancho de izquierda: "La
esclavitud es como un mantra / disuelto como sal, o como azúcar /
entre las haches y las oes del agua".
Gancho de derecha: "algunos
llaman agua al caldo de los mares / si no han probado nunca nada
insípido, / o llaman agua dulce al agua con azúcar".
Golpe al frente: "río
en el olvido que hasta las rocas del pasado dulcifica".
KO. Suena la campana de los aplausos. Son 20 puntos para Pablo
Cortina.
Llega
el turno para Vanessa
Torres.
Arranca su intervención llameando, por la boca, el verso: “Quema
el fuego / sin ser aún fatuo”.
Un bonito poema de amor-desamor: “quizá
me queme otra vez de esperanza”,
“Hueles a azufre oxigenado / y mis versos te hieren / los dedos”,
“Me
quemas tanto que duele”.
Arden las pizarras: 22 puntos calientan la noche.
Tras
Vanessa
Torres,
otro habitual del Poetry
Slam:
Yanito.
Poema hermoso, desencarnado y visceral, a su amor Susana. “Susana,
Susana, su… su…tsu-nami de amor”.
La piel del alma de gallina y 22 puntos para Yanito.
Siguiente
turno, intruso por derecho, para el gran Diego
Mattarucco.
Explota la bomba Mattarucco en su poema “El vector de la victoria”
frente a los ojos desorbitados y atónitos del personal. Diego es
caso aparte, su poesía cacofónica, su intensa manera de recitar, su
desaire de hacer suyo el escenario (y el local entero) no deja
indiferente a nadie. Gran ovación a versos como “nos
torean y vitorean”
o “en
nuestro ser está nuestro sanatorio / y en nuestra labor nuestro
laboratorio”.
Y a los aplausos que ensordecen El Intruso Bar, le siguen las
pizarras vencidas y rendidas: 29 puntos para Diego
Mattarucco.
Y
con el público aún revolucionado con lo que acaban de ver, sube la
última poetisa de la noche: Sagrario
del Peral.
Aunque han pasado ya muchos poetas, Luis
J. Lambas
tiene que repetir las normas a Sagrario mientras ésta, sube y baja
del escenario, se coloca los pantalones, se sienta en el taburete del
presentador y anuncia que va a leer algo que acaba de escribir camino
del Poetry
Slam.
Que la poesía puede ser panfletaria es cierto, pero esta vez al
público no le gusta que un panfleto, que una serie de proclamas y
frases, sea poesía; y aunque el recitado acabe con una cita al gran
poeta Batania
“vuestro nivel de vida es nuestro nivel de muerte” las puntuación
popular dice que son 15 puntos para Sagrario
del Peral.
Tiempo
para la final de este I
Poetry Slam en El Intruso Bar.
Cuatro finalistas: Julio
Qué Más Dá,
Chica
Metáfora,
Félix
Denuit
y Diego
Mattarucco.
Cada uno lee un poema: los aplausos (aplausómetro) del público
decidirán el ganador. Empieza Julio
que recita, micro en mano, un poema de memoria: “escucha
tú, mortal, que en el cielo habitas…”.
Le sigue La
Chica Metafóra
con su “No
lo rescates”,
“utilicemos
el como un superpoder para echarle cojones a la vida”,
“seamos
lo peor / pero su puede ser / equivocándonos juntos”.
Félix
Denuit
se convierte en superhéroe para hacer del escenario piel y del
micrófono estigma: “ya
no sé cómo decir que no tengo nada que decir”.
Y finalmente Diego
Mattarucco
arrolla con su “España se despeña”, y aunque a mitad de poema
el micrófono se rompe, y tiene que acabar inundando a los presentes
con su voz, se lleva la mayor ovación de la noche.
Diego
se proclama campeón, y entre las sonrisas de un público que ha
disfrutado del Poetry
Slam,
se va para casa con su premio debajo del brazo: el libro de
“Metamorfosis” de Ovidio.
La
poesía ha demostrado una vez más que es el diálogo perfecto para
la conversación de los días. Volverá el Slam, el primer miércoles
del mes próximo, con muchas más cosas que decir, y lo hará en el
mismo escenario: El Intruso Bar en Calle Augusto Figueroa nº 3.
Gonzalo Benito
No hay comentarios:
Publicar un comentario