Tras una apretada votación entre un jurado formado por Ángela Angulo, Moxe 13, Chica Metáfora, Pablo Cortina, Jonathan Teuma, El Cable Azul, Luis Jiménez Lambas, Tulia Guisado, Silvia Nieva, Natalia de Casas y Andrés Piquer, ha resultado ganador del concurso de cronistas Gonzalo Benito. En breve lo presentaremos en sociedad.
Aquí tenéis la crónica ganadora del slam de septiembre:
Llegó el otoño a Madrid. Y con él también vino el primer Poetry Slam de esta nueva temporada. Otra vez en el Teatro Alfil, en la calle del Pez. Los días nublados traen consigo dos cosas: primero mojan nuestros ánimos con su aroma de tristeza, segundo amenazan con pintar las calles de lluvia. Por suerte, la poesía vive ajena a los cambios estivales, a la ausencia de sol y al hombre del tiempo con sus previsiones. La poesía es ajena cuando la recitan nombres propios.
Las ocho en los relojes y la calle desconsolada se durmió a expensas de lo que ocurrió dentro del teatro Alfil. El otoño no pagó entrada, y lo que sucedió sobre el escenario fue una antítesis de lo que quedaba fuera. El sol escondido entre las nubes no pudo ver las luces del Alfil y el esplendor de la poesía. Las previsiones de lluvia maldecían la tormenta de música con la que Pumuki Poetry DJ nos recibió a los asistentes al evento. Los ánimos, afligidos por la tristeza, se hicieron éter en el ambiente cuando el presentador Luis J. Lambas dio inicio a la sesión subiendo a las tablas y haciendo gala de sus muchas tablas, valga la redundancia, leyó un texto desenfadado que, con mucho enfado, se hacía eco de “la que nos está cayendo”: recortes y más recortes, crisis, manifestaciones, cargas policiales… en fin, digamos “desastres varios”. A partir de ahí la (bendita) rutina de cada Slam: breve explicación de las reglas, pelotas que vuelan, reparto de pizarras entre el público, aplausos y… ¡turno para los poetas!
El primero en subir al escenario fue Yanito. Con gran maestría involucró a los asistentes a participar en su recitado, todo era muy sencillo: a su señal había que gritar “¡Calamar!”. La pesca en Gibraltar, los calamares en el mar, “calamar camaleónico que cambia de color”, los barcos, los bocatas de calamares…. Aplausos, pizarras y diecisiete puntos para Yanito.
El segundo turno recayó en un debutante en el Slam, Antonio M Moreno. Nada más subir explicó el porqué de su vestimenta, un traje, y se desvistió en versos hermosos. Antonio quería escribir el poema más bello del mundo, y con ese bonito texto, y su efusiva manera de recitarlo, consiguió diecinueve puntos.
Tercer turno para Maya. La primera mujer en recitar en este Slam se declaró en campaña por las ETM: Enfermedades de Transmisión Mental. Dos breves poemas expuestos con una sensualidad y una dulzura exquisita. Aunque sus últimos versos dijeran “pronuncio siempre la última palabra o en su defecto el último silencio” lo que realmente hubo no fue un silencio, ni mucho menos, sino un ruido de palmas, y las pizarras dijeron que Maya se bajaba del escenario con quince puntos.
Siguieron dos mujeres más. Paloma Sánchez, con dos piezas de su poemario “La envidia de los dioses”, fue premiada con dieciséis puntos. Y acto seguido, La chica Metáfora, una incansable e imprescindible poeta de los Slams, hizo gala de esa realidad que dice que un poema es un devenir de palabras hermosas. Dieciocho puntos para su manera sensual de recitar un poema que comenzaba diciendo “tócame, tócame”, y acababa de una manera tan sorprendente como divertida.
En el ecuador del recital, subió Diego Matarucco y uno de sus poemas cacofónicos. La intensidad del poema, así como su inimitable manera de recitar, energía y velocidad, apabulló al público que, boquiabierto, sólo pudo rendirse ante él en aplausos y concederle veintitrés puntos.
Turno para El Cable Azul. Algo pasa. El Cable parece extrañar algo. Busca por el escenario. Busca en sus bolsillos. Hay algo que tenía y que en ese momento no encuentra. Los asistentes, desde abajo del escenario, pendientes y extrañados. Ya por fin El Cable habla: dice haber perdido el tiempo. Él tenía tiempo y lo ha perdido. Nos lo cuenta en un poema al que se le concede diecisiete puntos.
La misma puntuación que El Cable Azul obtiene la siguiente participante Silvia Nieva. Diecisiete puntos para sus versos, uno de ellos muy hermoso que dice “la poesía ocurre e inventa a los poetas”.
Se va acabando la primera ronda del Poetry Slam, y el turno es para un campeón en repetidas ocasiones: Pablo Cortina. Con sombrero y con aplausos sube al escenario. Le intriga la subida del IVA aplicado a la plastilina. ¿Cómo algo que se llama Impuesto sobre el Valor Añadido puede aplicarse a la plastilina? Que como bien dice él: “la plastilina no vale nada, y el valor es añadido por la imaginación de los niños”. Veinte puntos para premiar a Pablo por su divertido, ocurrente y original poema.
El último turno para Susana Ruiz. El Alfil se llena de color con la última poeta de la noche. No es por el vestido de ella, sino por sus palabras tan multicolores como explosivas. Su dinamismo recitando y sus ripios se llevan dieciocho puntos.
Tiempo para la final. Los mejores tienen que defenderse de nuevo sobre las tablas, y como los números no engañan, vemos subir la escalerilla a Antonio M Moreno, Pablo Cortina y Diego Mattarucco. Antonio lee su poema “El hombre que llenaba lunas antes de que anocheciera”; al igual que en su primera intervención, este poeta nos deja claro que lo suyo es cuidar las palabras y llenar sus textos de imágenes bellas. Pablo ataca recitando con clase y “llamando a las palabras para escuchar”. Y cerrando la final, Diego repite con un poema dinámico y cacofónico, de su serie “Haz tu fuerza”, y con ripios vertiginosos pide al público “haz tu fuerza… dentro… fuera”.
Es la final y las pizarras se quedan mudas. No es tiempo para escribir una puntuación sino para aplaudir. Y esta vez el aplausómetro popular dice que el ganador de este Poetry Slam es Pablo Cortina.
Se acaba el Slam y volvemos al otoño de las calles de Madrid. Menos grises, más alegres. El teatro Alfil cierra sus puertas y los asistentes se retiran luciendo en sus caras la satisfacción de haber disfrutado de un buen rato de poesía. Dicen que los peces no tienen memoria, pero en la calle del Pez se queda el recuerdo de que este primer Poetry Slam de la temporada nos ha brindado muy buenas sensaciones.
Gonzalo Benito
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