Cuando sus padres dieron la bienvenida a su única hija a finales del año 1988 en Stuttgart (Alemania), decidieron llamarla “Brigitte” (mote: Biggi) según la diosa céltica de la poesía – un nombre con mucha responsabilidad. Al principio, Biggi se sentía más atraída por el dibujo, aunque se enamoró también de las palabras y escribió poemas cortos.
Después del colegio decidió hacer una “pausa” y trabajar un año como periodista para la guía del ocio en Stuttgart. Entonces, se mudó a Friburgo para dedicarse a los estudios de Historia del Arte y Filología Española, con el fin de estudiar hasta los 30 y mantener una vida bohemia.
En esta pequeña ciudad universitaria tuvo su primer contacto con el mundo del Poetry Slam que consideraba la perfecta combinación entre poesía y actuación. Subió varias veces al escenario, en la mayoría de los casos con éxito, y siempre con placer.
No escribe para gustar, sino para compartir sinceramente lo que le conmueve, siempre con un toque de humor. El Slam le da una nueva experiencia, haciendo algo común de algo que había sido personal, y dejando sentir la energía del público, lo que crea un momento mágico.
Como la poesía es algo universal, ahora escribe y recita también en español, feliz de haber encontrado a los poetas maravillosos del Slam en el Café Libertad 8, lo que llena su año que pasa en Madrid como estudiante de Erasmus en la Universidad Complutense con creatividad, alegría y amor.
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